lunes, 19 de marzo de 2018

Aristóteles

El estúpido afirma; el sabio duda y reflexiona.

Aristóteles, heredero de la llama de los Dioses, analista de las cuestiones de fondo, es quién retoma de los escépticos la necesidad de dudar y de postergar el juicio hasta recabar más evidencias.

Todo nuestro juicio se fundamenta en suposiciones, y todas ellas a largo plazo resultan superadas. La verdad es relativa.

Aristóteles estuvo completamente imbuido en la corriente de pensamiento que hoy denominamos "Filosofía Perenne". (La filosofía perenne es un ensayo del escritor inglés Aldous Huxley elaborado en 1.945, que recopila todas aquellas obras "con criterios comunes" a lo largo de la historia y de la diversidad de culturas y tradiciones).
Ese pensamiento considera al Universo una unidad. Habría un principio creador homogéneo.
La muerte no existe. Cuando se muere se vuelve a nacer.
El plano metafísico en Aristóteles.
Todos desean saber que hay después de la muerte, y también qué hubo antes de nacer (aunque esto no los inquiete tanto).
Somos cuerpo, alma (hoy denominada "mente") y Espíritu eterno, imperecedero, susceptible de reencarnación, dice la Filosofía Perenne. En el momento de morir estas entidades se separan, como estuvieron separadas antes de la gestación.
Pero Aristóteles no cree esto; según él esta vida es todo lo que tenemos. Sin embargo, lo dice para que cada uno revalorice esta 'única' oportunidad.
Según los mapuches el alma se construye (o sea, la mente se construye) en cada nueva vida.

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